Mucho más que datos

Mariana Barrera, Mariela Nerome, Daniel Guevara

jueves, 21 de diciembre de 2017  |   

La Plataforma Abierta Nacional de Hábitat (PANH) es mucho más que una plataforma de datos abiertos, es una prueba de que la participación y el gobierno abierto permiten fortalecer las políticas públicas. En este artículo, intentaremos explicarlo.

Latinoamérica, la región más urbana y desigual del mundo, tiene el desafío de transformar a sus ciudades en espacios de oportunidad. Argentina, con el 93% de su población viviendo en zonas urbanas, no es la excepción. Nuestras ciudades crecieron de forma desordenada, guiadas por la centralidad económica, la baja densidad y la poca planificación. El resultado no es otra cosa que la fragmentación socio-espacial entre y dentro de nuestras ciudades. La fragmentación entre ellas se hace evidente por el sólo hecho de que un 40% de la población se localiza en una el Área Metropolitana de Buenos Aires. A su vez, la fragmentación dentro de nuestras ciudades se plasma en la existencia de 6.300 áreas precarias a lo largo y ancho en todo el país, donde viven más de 12 millones de personas[1].

Para abordar esta situación entendimos que era necesaria una política de estado y, en diciembre de 2015, desde la Subsecretaria de Hábitat y Desarrollo Humano, dependiente del Ministerio del Interior, Obras Públicas y Vivienda, asumimos el compromiso de llevar adelante el Plan Nacional de Hábitat, cuyo objetivo es superar la fragmentación socio-espacial y universalizar el acceso a la infraestructura urbana en todo el país. Somos conscientes de que este desafío no se limita a las áreas precarias, pero frente a la dolorosa realidad que atraviesa nuestro país, decidimos empezar por aquellos lugares que más lo necesitan. Por esta razón, hoy estamos focalizando nuestros esfuerzos y recursos en los barrios y localidades más vulnerables de Argentina.

En diciembre de 2015 recibimos un país con más de 12 millones de argentinos viviendo en condiciones de pobreza estructural, que no se refiere únicamente a los ingresos económicos, sino que tiene una dimensión territorial y es el resultado de décadas signadas por la falta de inversión. La pobreza estructural se localiza en barrios y comunidades con barreras físicas y sociales que impiden a sus residentes acceder a la ciudad, a las oportunidades y, por ende, proyectarse a futuro. No es otra cosa que la combinación de viviendas precarias y la falta de acceso a agua, cloacas, espacios públicos y equipamientos comunitarios de calidad.

En nuestro país existen 6.300 áreas precarias que carecen de servicios e infraestructura urbana. Uno de cada tres argentinos tiene una vivienda deficitaria, realidad que afecta a 3.800.000 de familias, de las cuales 500.000 residen en viviendas rancho. A su vez, aproximadamente el 50% de la población argentina no tiene cloacas, y el 13% no tiene acceso a agua potable. La falta de esta infraestructura básica afecta directamente a la calidad de vida y a la salud. En nuestro país, existen zonas urbanas donde el abastecimiento de agua es de 3 horas cada día y en las más alejadas tienen que caminar varios kilómetros para conseguirla. En los barrios precarios, la esperanza de vida se reduce 10 años.

Desde el primer día, el Gobierno Nacional tomó como prioridad universalizar el acceso al hábitat en todo el país. Por primera vez en la historia, estamos llevando adelante un Plan Nacional de Hábitat orientado a garantizar el acceso a la ciudad y a los servicios básicos para quienes viven en las localidades y barrios precarios de nuestro país. Estamos desarrollando proyectos integrales que incluyen obras de agua, cloaca, calles y veredas iluminadas, espacios públicos y núcleos de innovación y desarrollo de oportunidades (NIDO) para garantizar entornos sustentables que garanticen la igualdad de oportunidades.

Entendiendo las diferencias espaciales y sociales que caracterizan a las distintas ciudades de nuestro país, es que el Plan Nacional de Hábitat tiene dos grandes líneas de trabajo, las urbanizaciones integrales y las localidades vulnerables. En ambos casos el abordaje es el mejoramiento integral del hábitat, con la diferencia de que en el primer caso se diseñan proyectos de intervención para barrios ubicados en ciudades de más de 10.000 habitantes y, en el segundo caso, se  intervienen las localidades en su totalidad. Los proyectos de hábitat garantizan el acceso al agua potable, a cloacas y a la electricidad, controlan las inundaciones, construyen veredas iluminadas y calles con sus nombres, ofrecen espacios públicos y NIDO de calidad, siempre adaptándolos a la geografía local y respetando la diversidad cultural.

Con un gran esfuerzo y compromiso de nuestros equipos y de los gobiernos locales y provinciales, formulamos y pusimos en marcha cerca de 500 proyectos en todo el territorio nacional. Entre 2016 y 2017 firmamos convenios por un total de AR$ 33.000 millones, lo que nos permitió iniciar 224 proyectos durante el primer año de gestión y que en 2017 ese número haya ascendido a 433, de los cuales 368 se localizan en barrios precarios y 65 en localidades vulnerables. A la fecha terminamos 7 urbanizaciones integrales y 6 localidades vulnerables. Para diciembre de 2017 la meta es alcanzar 477 intervenciones en ejecución, 381 y 96, respectivamente. Todos estos proyectos mejorarán la calidad de vida de más de 450.000 familias.

Durante el primer año de gobierno el desafío de la SSHyDH no se limitó a gestionar y acompañar a los gobiernos locales y municipales en la formulación de proyectos integrales.  Entendiendo que para que el Plan Nacional de Hábitat fuese una verdadera política de estado requería de información y de estadísticas públicas, en diciembre de 2015 decidimos asumir el compromiso de desarrollar un diagnóstico sobre la situación del hábitat en Argentina. Un desafío mayúsculo para un país que, durante años, no publicó sus datos de pobreza. La dolorosa realidad argentina no nos permitía perder ni un segundo.

Desde un principio sabíamos que no teníamos que inventar la rueda, que existía mucho trabajo y conocimiento ya desarrollado por distintas organizaciones sociales, espacios de la academia, gobiernos locales y provinciales de todo el país. Éramos conscientes de que lo que teníamos que hacer era generar un espacio para potenciar, articular y visibilizar todo ese conocimiento ya existente. En este marco decidimos sumarnos a la iniciativa de Gobierno Abierto impulsada por la Subsecretaría de Innovación Pública y Gobierno Abierto, perteneciente al Ministerio de Modernización de Argentina.

La Alianza de Gobierno Abierto es una iniciativa multilateral promovida por las Naciones Unidas (ONU) que busca asegurar por parte de los gobiernos compromisos concretos que promuevan la transparencia, la participación ciudadana y la lucha contra la corrupción y que, a su vez, permitan aprovechar las nuevas tecnologías para fortalecer la gobernabilidad. En este marco, en 2016, la República Argentina presentó el II Plan de Acción Nacional de Gobierno Abierto donde distintas áreas del gobierno asumieron compromisos para llevar adelante acciones en materia de transparencia, participación ciudadana, rendición de cuentas y tecnología e innovación para alcanzar un estado abierto a la ciudadanía. Uno de dichos compromisos fue el que asumió la SSHyDH cuyo objetivo era crear una Mesa de Diálogo orientada a “identificar, mapear y visibilizar los asentamientos y villas de todo el país”.

En junio de 2016 comenzamos los encuentros mensuales y nuestro entusiasmo era grande. Éramos un grupo de profesionales (ingenieros, arquitectos, sociólogos y economistas) que teníamos la oportunidad de empezar a trabajar en un proyecto inédito con los actores que más conocían la temática del hábitat en Argentina. No teníamos duda: este proyecto estaba destinado al éxito. Sin embargo, nada iba a ser tan fácil. Durante todo el año de trabajo surgieron distintas dificultades que pusieron a prueba el ingenio y templanza de todos los participantes de nuestra Mesa de Diálogo. En algún momento parecieron ser amenazas, pero hoy, visto a la distancia, podemos decir que fueron cimientos para desarrollar la confianza en el grupo, co-crear una metodología de trabajo y potenciar el proyecto inicial.

El primer y gran desafío que enfrentamos fue la ausencia de un lenguaje y de un objetivo común. Desde el gobierno nacional convocábamos a una mesa para desarrollar un proyecto técnico, cuando, frente a la dolorosa realidad del hábitat de nuestro país, los distintos actores se acercaban con la necesidad de plantear las demandas insatisfechas. Las primeras reuniones se fundaron en el desentendimiento y en conversaciones descompuestas. Parecía que estábamos empantanados y que no íbamos a avanzar. Si no lográbamos hablar un mismo idioma, no íbamos a cumplir el compromiso. La solución vino de la mano de la articulación con otra área del gobierno nacional. Invitamos a sumarse a las Mesas de Diálogo a representantes de la Dirección Nacional de Protección de Derecho y Resolución de Conflictos dependiente de la Secretaría de Derechos Humanos y Pluralismo Cultural del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación. Desde un rol neutral, como facilitadores de los encuentros, nos orientaron a co-crear nuestra propia metodología de trabajo.

El encuentro que marcó un antes y un después para la Mesa de Diálogo fue aquel en que desde la SSHyDH compartimos la información sobre el Plan Nacional de Hábitat. Luego de años en los que la información no era pública, todos los actores que participaban del proyecto accedieron a los datos de la política que estaba llevando adelante el Estado nacional. La apertura de los datos fue una gran contribución, pero la construcción de confianza fue también el resultado de pequeños acuerdos que permitieron limar asperezas, desarrollar un lenguaje común y construir una metodología de trabajo. Acordamos abrir las cadenas de mails para que todos los involucrados supiésemos quienes éramos los destinatarios, circular una propuesta de agenda antes de cada encuentro, compartir todo el material utilizado durante las sesiones y, finalmente, luego de cada sesión, consensuar una minuta de reunión previo a su publicación en una carpeta compartida. También, desde la SSHyDH comenzamos a tener reuniones individuales con cada uno de los integrantes de la mesa. Los encuentros mensuales no eran suficientes para conocernos en profundidad. La suma de estos pequeños detalles cristalizó la voluntad de fomentar la transparencia y la participación.

Otra de las grandes dificultades que se presentó para llevar adelante el compromiso fue la reticencia a compartir y abrir los datos. Este temor que solemos asumir como propio de los gobiernos, los trasciende y, en nuestro caso, afectaba a todos los actores de la mesa. Casi sin excepción, todos esperaban que fuese el otro quien compartiera los datos. ¿Cuál es el beneficio de abrir mi trabajo? Fue una pregunta que surgió repetidas veces en nuestros encuentros. Una vez más, si no lográbamos sortear esta dificultad, no íbamos a cumplir el compromiso. Con la intención de sobreponernos a esta nueva dificultad, desde la SSHyDH decidimos publicar los datos de las obras del Plan Nacional de Hábitat. Éramos conscientes de que no estaba contemplado entre los objetivos del compromiso, que era crear un diagnóstico, pero respondía a una fuerte demanda de los otros miembros de la Mesa de Diálogo. Fue un efecto dominó: apenas comunicamos esta decisión, todos comenzaron a compartir sus datos.

Hoy, los resultados de todo este año de trabajo conjunto se plasman en la PANH que fue lanzada en el mes de agosto. El proceso fue difícil, pero logramos desarrollar un instrumento que supera cualquier expectativa que pudiésemos tener. Es una plataforma de datos abiertos, reutilizable e interoperable cuyo especial potencial radica en la forma en que fueron ordenados los datos, permitiendo generar valor a futuro. En pocas palabras, construimos un espacio vivo donde es posible entender la situación del hábitat a nivel nacional y seguir el avance de una política de estado.

La PANH nos demuestra que la participación y la co-creación tienen el enorme potencial de mejorar las decisiones de política pública. La PANH no sería lo que es sin la participación de todos los actores que se involucraron. Su desarrollo requirió de decisión política y de compromiso. Por esta razón, queremos destacar el rol de la Subsecretaria de Hábitat y Desarrollo Humano, Marina Klemensiewicz, quien propició el espacio para llevar adelante este proyecto y el de todos los participantes de la Mesa de Diálogo que, pese a que no siempre cumplimos con sus expectativas, siguieron participando de los encuentros y se apropiaron del proyecto. El compromiso de gobierno abierto transformó el desafío de la SSHyDH en un desafío colectivo.

Logramos cumplir el primer gran objetivo, pero no podemos dormirnos en los laureles. La PANH debe ser una película y no una foto. Debe convertirse en el espacio de referencia para las cuestiones del hábitat a nivel nacional. Ya dimos el primer gran paso: por decisión unánime de los integrantes de la Mesa de Diálogo renovamos el compromiso de Gobierno Abierto por dos años más. Vamos a trabajar para fortalecer y posicionar la PANH mediante su federalización y difusión y, a su vez, institucionalizar nuestro espacio de trabajo co-creado.

En este marco, queremos invitamos a que nos escriban a panh@mininterior.gob.ar y se sumen a nuestra Mesa de Diálogo para seguir fortaleciendo el espacio y construyendo en conjunto el gran proyecto que es la Plataforma Abierta Nacional del Hábitat


[1] Estimaciones propias en base al Censo Nacional de Poblaciones, Hogares y Vivienda (INDEC, 2010).